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LOS NIÑOS, SI LLORAN

  • Foto del escritor: Asociacion Kankunapa
    Asociacion Kankunapa
  • 30 ene 2023
  • 2 Min. de lectura

En 2023 se sigue escuchando en espacios públicos y privados la frase “los niños no

lloran”. Se puede oír en un parque, durante el recreo del colegio o en un hogar cualquiera

ante una situación cotidiana.


Normalmente se hace esta afirmación cuando un niño comienza a llorar y el llanto es una

expresión de tristeza, enfado o rabieta, entre otras emociones consideradas desagradables.

Además, se suele acompañar de un “los niños son fuertes” o peor aún de “llorar es de

niñas”.


Por un lado, se invalida el hecho de que el niño experimente y exprese la emoción que

está sintiendo y por otro lado se le está diciendo que llorar es signo de una vulnerabilidad

que no está permitida en su género. Llorar no está permitido para los niños y si para las

niñas, mostrar vulnerabilidad no está permitido para los niños, pero si para las niñas. Si

analizamos el fondo de este mensaje nos podemos dar cuenta de la gravedad.


La gestión emocional comienza en la primera infancia. Es fundamental para aprender a

gestionar nuestras propias emociones que se permita explorar la relación entre un

estímulo o un suceso que se produce a nuestro alrededor y el cómo nos sentimos y como

expresamos la emoción que nos produce. Además, resulta imposible aprender a gestionar

las emociones sin el acompañamiento de las figuras de apego, ya que estas ayudan a

modelar y a dar forma a las respuestas emocionales.


Por esto es tan importante el hecho de validar las emociones y en este caso concreto,

validar el llanto como respuesta a un determinado estímulo. Además, la figura de apego

sirve de referencia y de guía al niño en cuanto a qué es válido y qué no es válido a nivel

social.


Y en relación a lo anterior, al decir a un niño “no llores” estamos diciéndole que no

consideramos válido que llore,pero no estamos impidiendo que siga experimentando la

emoción, es decir, la tristeza o el enfado que provoca que comience el llanto sigue estando

presente, pero estamos diciéndole que no sirve su manera de expresarlo. Entonces

obligamos al niño a buscar una forma diferente y “socialmente aceptada” de expresar la emoción desagradable, formas que normalmente suelen ser la frustración o golpear a

alguien o algo.


Este texto es una invitación a pensar y revisar determinados patrones que consideramos

como aceptados a nivel social, ya sea por costumbrismo o directamente por no habernos

parado a pensar sobre ellos nunca. Y también es una invitación a tomar conciencia acerca

del poder que tenemos como personas adultas en la educación y desarrollo de la infancia.


Favorezcamos que los niños lloren, porque cuando la educación y el desarrollo son sanos

los niños, si lloran.

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